HOMO HOMINI LUPUS

Desde los tiempos más remotos, siempre se ha dado el caso de que el hombre muestra cierta tendencia a establecerse en grupos, formando luego distintos estamentos y distintos niveles. Me llama la atención de forma especial, el por qué la mayoría de los individuos parece asumir su rol y su posición en la escala establecida; nos parece normal que la monarquía, por ejemplo, establezca que los futuros reyes lo serán no por sus capacidades morales, humanas o culturales, si no por algo tan dejado al capricho del azar y tan carente de raciocinio como quién es tu padre. Así, a otros niveles, los socios (socios somos al ser miembros de la sociedad y contribuir a ella queramos o no) elegimos unos representantes que guían nuestros designios, y éstos escogen a su vez a los encargados de llevar a la práctica lo que ellos han decidido: los funcionarios (de hacienda, de la policía, jueces, fiscales, inspectores de todo tipo, guardia civil, etc., etc.). Estos últimos son los que al final ejecutan de manera efectiva el control y el orden sobre el pueblo, sobre los socios, siendo todos ellos también socios y parte del pueblo. Resumiendo: el hombre es quien controla al hombre, y el mismo pueblo el que se autocontrola, se automargina y se autocastiga.



Históricamente, siempre se ha visto cómo, por desgracia, el abuso suele surgir precisamente dentro de cada grupo social. Recordemos cuando en la Segunda Guerra Mundial dentro de los campos de concentración, se elegía de entre los judíos a unos pocos para que controlaran al resto, una especie de “subpolicía” que se entregaba ciegamente a las atroces normas establecidas. Todos estos “controles” hacían que el ingenio se agudizara en pro de intentar saltárselos (Abusus non tollit usum: el abuso no impide usar una cosa debidamente). Así, al final, la democracia y la libertad se acaba convirtiendo por sí misma en una dictadura camuflada. El hombre en su anhelo instintivo por tener poder, se agarra a cualquier posibilidad de mostrar su superioridad para autoconvencerse de su valía.

Y digo yo... ya que el pueblo al final es quien ejerce la acción ejecutiva de las leyes ¿por qué no se someten éstas a la voluntad popular de una forma más directa? (Quod onmis tanget ab omnibus approbetur - Lo que afecta a todos debe ser aprobado por todos). Pues esta claro... ¿Por qué leyes tan propias de una dictadura (aunque ni siquiera se les ocurrió a lo dictadores más conocidos de la historia) que afectan a todos como son la ley anti-tabaco, o la que prohíbe a los menores entrar a conciertos (por nombrar dos de las que más me fastidian), etc., etc. no se someten mediante referéndum a la votación popular? ¿Porque sería muy complicado? ¿Y no es complicado ya todo lo que huele a burocracia? No parece que haya sido muy difícil instaurar de un plumazo el carnet por puntos y colocar radares en todas las carreteras (ya podían invertir ese dinero en quitar los quitamiedos que nos cortan la cabeza y las extremidades a los que usamos moto), prohibir fumar en todos los sitios habidos y por haber (y lo que te rondaré morena....) o prohibir entrar a los menores de edad a los conciertos. Eso sí... si hay que tomar una decisión para construir vivienda social (no veo que dificultad tiene) o para aprobar un plan de recalificación de terreno (con lo rápido que se hacía en Marbella o en cualquier otro sitio con dinero de por medio), o para proteger a las mujeres maltratadas se tardan meses, años y lo que haga falta... No me entra en la cabeza.

En resumen, Ya los antiguos advirtieron que no todo lo que es permitido en el derecho es honesto (Non omne quod licet honestum est), y doctrinas como el iusnaturalismo, el positivismo jurídico contemporáneo, etc. parecen en cierta medida justificar la desobediencia... Que cada cual mire a su conciencia y piense un poco... El sistema lo alimentamos nosotros mismos y sus maldades también.

No pemitamos que el hombre sea un lobo para el hombre... (Homo homini lupus, como decía Hobbes).

Carlos Almendro (cantante y guitarrista de Zinkin Prim)


 
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