¡Dichosas etiquetas! Al músico no le gustan, el lector a menudo no está de acuerdo con la elegida, pero el periodista que redacta cree fundamental soltarla. Lo contrario sería torear o marear al destinatario de la crónica escrita. Otra historia es cuando presentas una canción en la radio. El seguidor la escucha y no necesita la palabrería para sacar sus propias conclusiones.
¿Rock o Pop? Ahí parece que todos tenemos claros los límites. Cuando percibimos protagonismo de las guitarras, éstas son aguerridas, y las bases procuran no ser simples ni repetitivas, estamos en nuestro terreno. Muchas veces, antes de que alguien me envíe un disco con miedo a si cuadrará con nuestros gustos, le pregunto siendo muy sencillo: “¿Hay guitarrazos? Pues bienvenido, es Rock.”
Aquel que no está metido en nuestro rollo se asusta cuando le corriges y le pides que no llame a esto “Heavy” porque es “Hard Rock”, o que no tilde aquello de “Rock and Roll” porque es “Punk Rock”. En mis años mozos siempre espetaba a quien, al verme con mis pelos largos, me adjetivaba de jevi: “Perdona, yo soy hard-roquero. ¿No te das cuenta de que mi camiseta no es negra ni lleva monstruito, no ves que porto pulseritas y no muñequera de tachas?” Pues eso, que en el fondo y aunque nos sintamos actualmente todos miembros de una gran familia, nos gusta diferenciarnos. En los ochenta la historia era otra. Por fortuna hemos aprendido a acercarnos, a cruzar por otros senderos y aquí sale una primera etiqueta: Crossover.
Blues, R&B, Rock, R&R, Punk (sin o con la palabra Rock después de un guión), Hard, Heavy (con o sin Metal), Metal a secas, prefijos y sufijos como Nu, Doom, Thrash, Speed, añadidos tal que Progresivo, Gótico, Alternativo, Euro o Americano… Más palabras: Grunge, Garaje (con jota, en castellano), Glam, Sleazy, Progresivo, Hardcore… ¡Qué follón!, ¿verdad? No obstante, si has leído de corrido y sin tener que consultar el diccionario todos estos términos, ¡enhorabuena!, eres un buen seguidor de la música Rock.
Lo importante es que sepas apreciar la excelencia de cada flor de este esplendoroso y multicolor ramo, si bien es lógico que te decantes por la de tono rojo, azul o esa morada con pintas rosas y verdes, que alguna vez hemos leído que tal grupo hace Heavy Metal Moderno Progresivo y Romántico. ¡Manda huevos!, ¡cómo son algunos músicos y otros tantos periodistas de esta cosa! Lo bueno es que te divierta o sepas asumir el arte que encierra aquella directa y elemental canción de Leño aunque lo tuyo sea System of a Down, lo ideal es que muevas la cabeza con ese tema de Guns N’Roses aunque tus estanterías estén repletas de discos de Sex Pistols. (Ríete con ganas, que una vez un individuo me lo juraba con respecto a su colección).
A pesar de los malos tiempos, sabemos que la música no morirá, los estilos o etiquetas se mantendrán, renovarán, avanzarán, reinventarán… Cada uno tendrá su opinión, llamará a cada pieza musical de un modo distinto, y los que vivimos de difundirla mediante la palabra -que tan listos nos creemos- seguiremos inventando términos raros, rebuscados, necesarios, accesorios o prescindibles porque las cuatro letras de la palabra “Rock” ocupan muy poco.
Otro día os cuento más sobre otras etiquetas que no aguanto y corto en cuanto salgo de la tienda, aparte de mi guerra con algunos camareros acerca de la pronunciación de la misma palabra en inglés cuando pido un güisqui.
Jon Marin
-Director de Los+Mejores Rock Magazine y www.losmejoresrock.com-
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